
Casi todo viene y va. Sabemos que la vida es así...La gente se muda de casa a lo largo de su vida, se cambia de trabajo, cambia su manera de vestir, incluso cambia de pareja. ¿Qué es la vida, si no un continuo movimiento? Es como cuando te sientas en la calle, en esas tardes o noches de verano, a ver caminar a la gente. Unos deprisa, otros más despacio, otros hablando por el móvil...Pero todo en movimiento, al igual que las agujas de un reloj. Sin descanso. Y en las relaciones personales igual. Gente que entra y sale de nuestras vidas, movimientos que a la larga nos acaban haciendo daño, porque ya no sabes si fiarte o no. ¿Será la persona adecuada que se instale para siempre en nuestra vida, o simplemente será alguien de paso? ¿Cómo saber si nos estamos equivocando (otra vez) o no? Y mientras tanto los engranajes de nuestro corazón se van deteriorando, como se deteriora la maquinaria de una gran reloj debido al constante ir y venir de sus manecillas.
Es la vida, sí, sabemos que esto consiste precisamente en eso, pero a la vez buscamos estabilidad, alguien en quien confiar, que se quede para siempre con nosotros, que haga detener nuestro reloj y no esté de paso, como si de un ave migratoria se tratara.
A medida que el tiempo pasa, y que vemos que más y más personas salen de nuestras vidas con la misma facilidad que habían entrado, vamos desconfiando más de los que llaman a nuestra puerta queriendo pasar, y nos dan ganas de decirles:
-¿De verdad quieres quedarte conmigo? ¿Te intereso? ¿O te cansarás de mí y querrás marcharte? Si es así, vete ya, por favor, vete y no digas nada, que no quiero sufrir más.
Al mismo tiempo, vamos valorando más y más a aquellos que ya hace bastante que entraron en nuestras vidas, y a día de hoy, mientras las manecillas del reloj siguen girando, siguen estando con nosotros, ajenos a ese ir y venir constante.
Por todos ellos. Gracias de corazón.
=)