miércoles, 29 de agosto de 2007

Una inyección de optimismo

Mi entrada de hoy está pensada para aportar un poco de optimismo, y alegraros el día si puede ser. Aquí os dejo este vídeo que he encontrado en Youtube, a ver qué os parece. No creo que necesite mayor explicación.Un beso a todos.

viernes, 24 de agosto de 2007

Madrugadas sin tí


Ahora veo las cosas de otro color, de otra manera. Sin tí, todo ha cambiado. Mi mundo está más vacío, mis días son más largos, y mis madrugadas eternas. Echo de menos tu rostro, tu pelo, tus manos, tu cuerpo.Sentirte cerca, muy cerca. En lo más profundo de mi ser comprendo que sigues estando en mi corazón. Pero te echo de menos a tí, tu presencia.
Sin tus besos, sin tus caricias, sin tus dulces susurros al amanecer no soy la misma de antes. Soy alguien más triste, una persona que vaga sin rumbo, sólo esperando que todo esto no sea verdad, esperando algún día salir de la horrible pesadilla de tu ausencia.
Anhelo el día en que me despierte y te descubra acurrucado a mi lado, mirándome con esos ojos azules como el mar, moviendo tus labios al son de un "Te quiero". Pero en el fondo sé que ese día nunca llegará. No, no puedo hacerme ilusiones.No debo. Te fuiste, y te fuiste para siempre. No hay remedio. Sin embargo, me cuesta comprender que alguien tan lleno de vida se pudiera marchar. He de aprender que la razón no alcanza a entender ciertas cosas, simplemente tengo que asumir lo que viene. Pero no puedo. La tristeza me embarga cada vez pienso en la última vez que te ví. Tumbado en la cama del hospital, rodeado de cables, yo te suplicaba que no te fueras, que no me dejaras. Tu expresión me lo decía todo, no hacían falta palabras. Estabas luchando por seguir adelante, por estar junto a mí, junto a los tuyos. Te aferrabas a la vida con todas tus fuerzas, pero éstas no fueron suficientes. En el último momento, justo antes de que expiraras, me pareció que intentabas susurrarme algo. Creo que era un "Te quiero", aunque tal vez fuera fruto de mi imaginación. Estaba demasiado embargada por la tristeza y la desesperación para poder ver con claridad.
Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que sin tí no soy ni la mitad de lo que era antes. Pero en realidad tú no te has ido. Siempre vivirás en mi recuerdo, y sé que eso es un tesoro sagrado que nadie jamás me podrá quitar. Aunque sea dura la vida sin tí, siempre te estaré recordando, rindiéndote tributo como sólo tú te mereces. Nunca nadie podrá borrarte de mi memoria, y sé que desde donde estés, me ayudas a seguir hacia delante, caminando hacia el futuro. Un futuro incierto todavía, empañado por la tristeza, pero un futuro al fin y al cabo.
Gracias por todo.

jueves, 23 de agosto de 2007

Independencia y responsabilidad

Tumbada sobre la cama, en la casa en la que había pasado toda mi vida, me preguntaba si todo iría bien. Siempre había estado ilusionada ante la idea de independizarme y de la libertad que ello conlleva. Pero, ¿realmente me había planteado las responsabilidades que se me venían encima? Sí, pero a menos de 24 horas de marcharme de casa. Un poco tarde para lamentaciones, ¿no?
Me dí la vuelta e intenté conciliar el sueño. Sin embargo, esa noche parecía imposible. Por una parte me embargaba la ilusión (¡A cuanta gente le gustaría vivir con una amiga!), pero por otra temía no ser capaz de hacer frente a las tareas cotidianas, esas que estando con nuestros padres ni siquiera nos paramos a pensar que algún día tendremos que hacer nosotros mismos.Siendo realistas, yo no tenía ni idea de cada cuánto tiempo tenía que hacer la compra ni en qué cantidades, y menos aún de cocina, por no hablar de planchar o poner la lavadora.Había llegado el momento de apechugar y aprender sobre la marcha, y yo estaba dispuesta a ello, aunque no segura de que algún día me pudiera apañar con ese tipo de tareas que para muchos pasan desapercibidas.
Me había pasado semanas deseando que llegara el día en que me marchara de casa. El día "L", lo había llamado: L de libertad.Pensándolo fríamente, tampoco había mucha libertad. Al menos, no habría mucha más que viviendo en casa de mis padres. Sí, quizá podría no aparecer por casa en varios días, pero tendría que estar pendiente de otras cosas, y al fin y al cabo mis padres seguirían controlándome en cierto modo, porque ellos pagaban el alquiler del nuevo piso. ¿Realmente era acertado el nombre puesto a aquel día?
Decidí dejar de comerme la cabeza por cosas que aún no habían pasado. Empezaba a ver claro que ya habría tiempo para las preocupaciones. Y esperaba que también para las alegrías al darme cuenta de lo rápido que avanzaba en mis aprendizajes. Finalmente, aquella noche me dormí con una mano sobre la maleta que tenía al lado de la cama, convencida de que a partir de aquel día iba a madurar a base de bien, y a pasos agigantados. Aquella maleta era mi billete hacia una nueva forma de vida.Embarcaría sin la seguridad de llegar sana y salva a mi destino, pero seguramente el viaje mereciera la pena. Pronto lo comprobaría por mí misma.

Mi nueva vida


Salí a toda prisa del apartamento con esa sensación de furia y rabia que se suele experimentar ante las injusticias, y las lágrimas rodando por mis mejillas. ¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué tenía que traicionar mis sentimientos de esa manera? ¿Y por qué yo había estado tan ciega? No le creí hasta que él mismo me lo confirmó. ¿Cómo podría haber sido tan estúpida? El amor me cegaba por completo, y ahora estaba pagando las consecuencias.
Al llegar a la calle me di cuenta de que había salido a toda velocidad, pero no tenía un rumbo fijo adonde ir. Lo cierto es que no me apetecía hablar con nadie ni ver a nadie. ¿Para qué, si al fin y al cabo todos me iban a decir lo mismo? Que si ya te lo decíamos, que si él no te merece, que si no vale la pena sufrir... Pero no es eso lo que yo quería oir... Al fin y al cabo eso ya lo sabía yo... Podía estar locamente enamorada, pero aún era capaz de razonar y de darme cuenta de que no es él el tipo de hombre que me gustaría tener al lado.
Sin saber muy bien qué hacer, bajé a la playa y me senté a la orilla del mar, con el mar rozando mis pies. Cerré los ojos un instante, y suspiré tratando de calmarme. Parece que el volcán de rabia que llevaba en mi interior se había calmado con el rumor de las olas, y llegué incluso a perder la noción del tiempo. Al rato, me sorprendí a mí misma imaginando que el agua que rozaba mis pies eran sus caricias, sus suaves y delicados besos de nuestras primeras citas. Rápidamente sacudí la cabeza intentando librarme de ese pensamiento. No, aquel no era el buen camino. No debería pensar en él nunca más. Continué largo rato con los ojos cerrados, tratando de alejar su imagen de mis pensamientos. Poco a poco parece que lo conseguí, y la relajación fue tal que casi logré quedarme dormida.
Llegué a la conclusión de que no merecía la pena siquiera pensar en él. Al fin y al cabo, yo antes de que le conociera también era feliz, cuando ni siquiera sabía de su existencia. ¿Por qué no serlo también ahora? Esbocé una sonrisa de satisfacción. Ahora sí iba por el camino correcto para superar aquello. Abrí los ojos y vi que ya era de noche. Volví al apartamento, no sin antes autoprometerme que al día siguiente saldría a la playa apartándole de mis pensamientos, con la misma sensación de paz y tranquilidad que había conseguido. Sabía que no sería fácil, pero era un primer paso.
Al fin y al cabo, yo sabía que no merecía la pena sufrir por amor, y también sabía que el vaivén del mar y la tibieza de sus aguas, unido al apoyo moral de las personas que me quieren me ayudarían a pasar ese mal trago. Aquella noche, me dormí con la firme convicción de que mi nueva vida sin él comenzaría al día siguiente. Y yo sabía que sería mucho mejor que la vida anterior, llena de traiciones y mentiras.
Tras unos meses, descubrí que aquella noche estaba en lo cierto.

¿Te has parado a pensar...?



¿Alguna vez te has parado a pensar en el tiempo que perdemos a lo largo de nuestras vidas, pensando en las cosas que hicimos mal o que no tienen remedio, haciendo planes que sabemos nunca se cumplirán, yendo de un sitio a otro poseídos por esa extraña enfermedad llamada estrés, haciendo colas en el cine o en el banco, pensando qué nick poner en el MSN o sobre qué tema escribir en nuestro blog para que lo lea más gente? ¿Alguna vez te has parado a pensar que el tiempo que perdemos en nuestra vida no se recuperará jamás, que cada vez que perdemos el tiempo es como si estuviéramos sacando dinero del banco imaginario del tiempo? ¿Alguna vez te has parado a pensar en cómo sería tu vida si no vivieras tan pendiente del reloj, si no tuvieras que llegar a una hora determinada al trabajo o a tu centro de estudios? ¿Alguna vez te has parado a pensar en esa persona que todas las mañanas te encuentras por la calle, y que últimamente parece que te saluda con una sonrisa al pasar por tu lado? ¿Alguna vez te has parado a pensar en tí, sin estar tan pendiente de lo que te rodea?
Seguramente leyendo esto descubrirás que probablemente no, ya que tú sólo te consideras una minúscula pieza de esta gran máquina que es el mundo, una mínima parte a la que no merezca la pena prestar atención. Pero debemos tener en cuenta que en esta gran máquina, cada minúscula pieza cuenta y es importante, ya que si falla, la calidad de la máquina baja un poquito más. Piensa en esto cada vez que creas que tú no importas nada, y a la larga verás como eres un poco más feliz. Y como la felicidad es una cadena, también harás un poco más felices a los que está a tu alrededor. Hazlo por tí. Hazlo por ellos. Piénsalo.